El origen de nuestro idioma es el
latín vulgar, o sea el hablado por el vulgo, el pueblo. Este latín vulgar se enriqueció con vocablos de los habitantes de
la península ibérica, cuando llegaron los romanos ampliando su imperio. Los íberos aportaron
palabras como camino, abedul, camisa, lanza, cerveza y muchas otras. Los griegos
agregaron otras sustancias a este caldo, en distintas épocas, por ejemplo: escuela, huérfano, golpear
y ni que hablar de los prefijos y sufijos griegos y latinos que hasta hoy
usamos para ir formando palabras. Tan viejos y tan nuevos!
Alrededor del siglo IV los
llamados pueblos bárbaros galoparon
hacia el sur de Europa y fueron
responsables de dejar en el campo de batalla espía, guerra, guante, trampa,
heraldo sin contar los apellidos que se formaron con sus patronímicos, por ahí
andan los Ramírez, los González, los Bermúdez y otros ez. Esto es de una
tremenda riqueza. Lindo para investigar. Allá por el siglo VIII le tocó el
turno a los moros, llegaron desde África y eran matemáticos, ingenieros, astrónomos.
Nos enseñaron los números que facilitaron nuestra vida, crearon obras de regadío
para irrigar sus fabulosos jardines y nos regalaron palabras para descansar
como almohada, palabras para perfumar como azahar, palabras para cocinar:
acelga, azúcar, almíbar, taza, albóndiga, alfajor, aceite. Palabras para
construir como zaguán, albañil, alcantarilla, adoquín, adobe, azotea, azulejo. Palabras
para comerciar como aduana y arancel. Pero
eso es solamente el origen. Sumemos la influencia de los vascos, de las lenguas
precolombinas, palabras incorporadas del inglés, del francés y otros idiomas
que se han españolizado y tendremos el mejor idioma, apetitoso, sabroso y suculento. Comparto con Uds este pensamiento de Azorín: "El idioma llega a ser para
nosotros como un licor que paladeamos, y del cual no podemos ya prescindir.
Prescindir en el ensayo, en la busca de todos sus escondrijos, de todas sus
posibilidades, de todas sus puridades. Ya somos, con tanto beber de este licor,
beodos del idioma."
Y dos poemas que hablan de las palabras:
Hay palabras redondas,
como mundo,
como hueco, como sol.
Hay palabras que acompañan,
como luz,
como perro,
como sombra.
Hay palabras que lloran
como lluvia.
Hay palabras amargas,
como tónico
y difíciles como lo siento.
Hay palabras grandotas,
como castigo
o como grito.
Hay palabras que ríen,
como agua, como circo.
Y las hay tristes,
como fin.
Hay palabras y palabras.
Hay las que se dicen
y las que se callan.
Hay las que duelen
y las que alegran
y las que abren puertas
misteriosas.
(Palabras-Cecilia Roggero)
Hermano, tuya es la hacienda…
la casa, el caballo y la pistola…
Mía es la voz
antigua de la tierra.
Tú te quedas con
todo
y me dejas desnudo
y errante por el mundo…
mas yo te dejo
mudo… ¡mudo!…
Y cómo vas a
recoger el trigo
y a alimentar el
fuego
si yo me llevo la
canción ?
(Hermano- León Felipe)