martes, 20 de mayo de 2014

Mayo. Mes del Libro. Día 20



De todas las herramientas creadas por el hombre en su inacabable ingenio y poder de construcción para facilitar su vida y ampliar sus facultades, el libro debe ser el más importante. Permitió a la humanidad aumentar la capacidad de su memoria, intercambiar información, comunicar opiniones y sentimientos a más personas, ayudó a pensar y formar opinión, aumentó su capacidad de conocimiento y modificó, por lo tanto, la relación entre pares y con el entorno.

Umberto Eco sostiene que
 ”los libros son de esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera

Siempre pensamos al libro unido a la creación de la escritura. Pero aquí habría que decir sobre el libro oral. ¿Libro oral? ¿Qué es eso? El hombre sintió desde siempre la necesidad de perdurar y una de las formas que encontró fue la de transmitir sus pensamientos, hazañas… Cuando comenzó a emitir sus sonidos significativos los viejos fueron los primeros libros. No podían cazar, no podían llevar a cabo grandes esfuerzos físicos para beneficio de la tribu, el clan o la aldea pero eran la memoria del grupo. Narraban alrededor del fuego lo que había sucedido, incluso antes de que nacieran porque otro lo había contado. Guardaban los conocimientos preciosos, las experiencias. Esta memoria personal y social enriquecía al grupo y le proporcionaba identidad y cohesión.
Aún hoy hay muchos conocimientos no escritos. La gente de campo suele transmitir oralmente las fórmulas para curar, el uso de las hierbas, la sabiduría sobre el gran libro de la Naturaleza, en general.
Extraordinarias obras literarias se transmitieron en forma oral durante mucho tiempo. No es casual que esas obras fueran concebidas como poesía. La rima, los estribillos y paralelismos funcionaban como ayuda-memorias. Basta recordar, como ejemplo muy conocidos: el
Salterio de la literatura hebrea, El Cantar de Mío Cid y el Romancero españoles, la Canción de Rolando en Francia, el Canto de los Nibelungos en Alemania.
Si bien la forma definitiva, la unificación de los poemas homéricos se logró a través de la escritura, los acontecimientos narrados en
 La Ilíada y en La Odisea ya eran conocidos a través de la transmisión oral.


Para llegar al libro como objeto, al libro físico, la humanidad necesitó la escritura y un soporte.

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