Como dijo Cervantes para comenzar su autorretrato"Ese que veis aquí..." fue mi perro Xuxo, el perro más guardián que he conocido. Con ese insignificante tamaño, pero él no sabía que era perro chico.
Lo de mi perro vino porque hoy es feriado en Uruguay, es Fiesta Patria, recordamos nuestra Independencia. Unos cinco años atrás, un 25 de agosto, estábamos con Patricia, en su casa, trabajando en un tema de nuestra carrera universitaria, cuando llegó mi hijo a avisar que se había muerto Xuxo, que ya estaba muy viejito. Lo enterramos en el fondo de casa y planté una rosa allí porque supongo le gustaban ya que siempre me acompañaba mientras las podaba. Había venido de Tacuarembó, lo trajo mi esposo en una cajita, según él la abuela lo mandaba para mi hijo menor. Yo no lo quería mirar y dije : -No quiero perro. Pero lo tuve que mirar, para qué! Me enamoré. El cachorrito que era para el varón pasó su primer noche en la cama con una de mis hijas, la que agotó su repertorio de canciones de cuna para que el perrito no llorara. Después se convirtió en MI perro o mejor dicho yo me convertí en SU humano porque me adoptó.
Dormía al lado de mi cama, (esto le debe parecer horrible a mucha gente) sobre mis zapatillas. Cuántas veces me levanté descalza para no molestarlo. A veces me despertaba en la noche y oía el tic- tic de sus pasos, recorriendo la casa, vigilando el sueño de sus amos. Conocía mi hora de regreso y en más de una ocasión cuando yo bajaba del ómnibus, frente a casa , él ya estaba en la parada, sentado.
Cuando me veía preparar valijas, se echaba y me miraba como diciendo "¿te vas?" y a mi regreso parecía que tenía un resorte por la forma en que saltaba. Cuando me perdía en algún libro su cabeza reposaba en mis pies. La cocina, mientras yo estuviera en ella, era terreno prohibido para el resto de la familia. Les anunciaba a todos, con sus gruñidos, que no se podía entrar.
Con un olfato finísimo para las tortas fritas, la pizza calentita,el queso, los helados y el chocolate (se bababa de gula), aunque le hacía mal y teníamos que escondernos para comerlo porque escuchaba de lejos el sonido del papel de los bombones.
Se fue poniendo viejito, como una persona, primero fue perdiendo la vista, le costaba reconocerme cuando me acercaba a casa, hasta que reconocía mi voz, entonces la cola, que era un rulo, le giraba de alegría. Después se quedó sordo. Yo entraba por la puerta del fondo y el estaba hecho estatua junto a la puerta del frente, con el hocico recostado a la misma esperando mi entrada.
No le permitía acostarse en mi cama , pero cuando olvidaba cerrar la puerta del dormitorio y salía , él hacía su siestita y se tiraba rapidito apenas sentía la llave en la cerradura. Cuando perdió el sentido del oído no me escuchaba volver, entonces yo caminaba de puntillas y lo encontraba en mi cama. Le decía: -!Cómo! ¿Durmiendo en servicio? Y él me miraba con mirada culpable.
Debe andar ahora cuidando los pasos del hermano Francisco de Asís y es seguro que ni el más fiero lobo se le acerca porque mi Xuxo, que no sabe que es chico, se le ha de enfrentar.
4 comentarios:
Hola...
He llegado hasta acá desde el blog de SUsana, (mi tocaya)... Te he leído y me han gustado tus post... veo ternura detrás de las letras. Me encantó tu relato-homenaje referido a Xuxo.... y elegí dejarte acá mi mensaje.
Me emocioné al leerlo porque creo que el proceso de aceptación que hiciste es el mismo que hice yo, hace unos años ya, con una Mafalda, una adorable perra que llegó a casa... Mis hijos suplicaban que se quedara... a mí no me gustaba la idea de un perro en el apartamento ya que no es el mejor espacio para un animal de esas características, porque suponía un trabajo extra a la rutina cotidiana ya bastante complicada, porque me confieso no demasiado "bichera".... Pero eso sí... los bebés me fascinan... y esa perrita de un mes, con la suavidad de su pelo blanco con alguna mancha negra en el cuerpo y con un "parche" negro sobre su ojo izquierdo y sobre su oreja derecha....
La propuesta de mi esposo y mis hijos era que lo cuidáramos durante un mes porque después lo llevarían para afuera, al campo de un conocido en San José.
Entonces se me "aflojó el sí"... "por un mes y NADA más..." balbucée.
En ese mismo instante me dí cuenta que había caído en la trampa... Quién iba a permitir que esa dulzura se fuera luego de un mes???? Esa perrita que se dormía sobre nuestro hombro como si fuera un bebito humano.....
Tuvo un carácter maravilloso.... buenísima, cariñosa, mimosa, guardiana... y jamás nos revolvió la basura o nos rompió la ropa que quedaba descuidada sobre los sillones!!!! Creo que su inteligencia le avisó que si transgredía con alguna "fechoría" corría el riesgo de ser echada....
Podría contar miles de anécdotas, pero llevaría horas y horas. Vivió casi 12 años hasta que un cáncer de mama luego extendido a la piel nos hizo tomar la decisión de terminar con su sufrimiento... Y cómo la extrañamos!!!!
No creo que vuelva a aceptar otro animal dentro del apartamento... Los hijos ya crecieron y formaron sus nidos, y Mafalda fue única....
Seguramente vuelva por tu casita a leerte y conocerte a través de tus post, y seguramente nos "encontremos" en el blog de SUsana tejiendo alguna de sus propuestas en crochet o tunesino.
Te invito a pasar por mi casita, aunque no "produzco" tanto como tú...
Un abrazo.
Que hermosa historia...me alegró saber de él, gracias por contarnos, sabes que también amo los perros :)
Que linda historia!!! Yo tambien fui adoptada por una perrita, que es quien me acompaña siempre!!
Primera vez que veo tu blog, he leído lo de tu perro, mientras leía, las lagrimas me han brotado solas. Solo los que amamos y podemos verlos en toda su realidad, podemos darnos cuenta de que no son inferiores a nosotros, y los amamos tanto que pasan a ser miembros de nuestra familia. Gracias por hacerme saber que alguien más logra amarlos tanto como yo.
Mis felicitaciones también por tus lindos trabajos, bellas manos para una linda persona.
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