El 1 de Mayo es un día que
recuerda a los ocho sindicalistas ejecutados en Estados Unidos por su participación en la
lucha por la obtención de la jornada laboral de ocho horas.
El 1 de Mayo de 1886 se inició la huelga. El día 4 alcanzó su
punto más alto con la Revuelta de Haymarket. El 11 de noviembre se realizó la
ejecución de Engel, Fisher, Parson y Spies. Louis Ling se había suicidado en su
celda. Fielden, Schwab y Neebe fueron condenados a cadena perpetua los dos
primeros y a trabajos forzados el tercero.
José Martí, que estaba entre los
periodistas, relata estos momentos. Su artículo fue publicado en “La Nación” en
enero de 1888.
Ya vienen por el pasadizo de las celdas, a cuyo remate se levanta
la horca; delante va el alcaide, lívido; al lado de cada reo marcha un
corchete. Spies va a paso grave, desgarradores los ojos azules, hacia atrás el
cabello bien peinado, blanco como su misma mortaja, magnífica la frente;
Fischer le sigue, robusto y poderoso, enseñándose por el cuello la sangre
pujante, realzados por el sudario los fornidos miembros. Engel anda detrás a la
manera de quien va a una casa amiga, sacudiéndose el sayón incómodo con los
talones. Parsons, como si no tuviese miedo a morir, fiero, determinado, cierra
la procesión a paso vivo. Acaba el corredor, y ponen el pie en la trampa; las
cuerdas colgantes, las cabezas erizadas, las cuatro mortajas.
Plegaria es el rostro de Spies; el de Fischer, firmeza; el de
Parsons, orgullo rabioso; a Engel, que hace reír con un chiste a su corchete,
se le ha hundido la cabeza en la espalda. Les atan las piernas, al uno tras el
otro, con una correa. A Spies el primero, a Fischer, a Engel, a Parsons; les
echan sobre la cabeza, como el apagavelas sobre las bujías, las cuatro
caperuzas. Y resuena la voz de Spies, mientras está cubriendo la cabeza de sus
compañeros, con un acento que a los que le oyen les entra en las carnes;
"La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas
palabras pudiera yo decir ahora". Fischer dice, mientras el vigilante
atiende a Engel: "Este es el momento más feliz de mi vida".
"¡Hurra por la anarquía!", dice Engel, que había estado
moviendo bajo el sudario las manos amarradas hacia el alcaide. "Hombres y
mujeres de mi querida América...", empieza a decir Parsons... Una seña, un
ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen a la vez en el aire, dando
vueltas y chocando. Parsons ha muerto al caer, gira de prisa, y cesa; Fischer
se balancea, retiembla, quiere zafar del nudo el cuello entero, estira y encoge
las piernas, muere; Engel se mece en su sayón flotante, le sube y baja el pecho
como una marejada, y se ahoga; Spies, en danza espantable, cuelga girando como
un saco de muecas, se encorva, se alza de lado, se da en la frente con las
rodillas, sube una pierna, extiende las dos, sacude los brazos, tamborilea; y
al fin expira, rota la nuca hacia adelante, saludando con la cabeza a los
espectadores”.(1)
(1) Tomado de http://www.ugt.es/ugtpordentro/historia1demayo.htm
(en línea) consulta realizada el 1/05/ 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario