"Según el pueblo tehuelche, en sus comienzos la región en la que habitaban era sólo hielo y nieve. Un cisne que venía desde “más allá del mar” la cruzó por primera vez, llevando en su lomo a Elal, el sabio protector de los tehuelches, a quien depositó en la cima de un cerro que hoy es conocido como Fitz Roy.Detrás del cisne volaron los demás pájaros, seguidos por los peces en el agua y por los demás animales que atravesaronel océano, llevándose unos a otros para poblar la actual Patagonia.
Las aves dieron comida y abrigo a Elal, mientras él contemplabael desierto de hielo.
Cuando comenzó el descenso por la montaña se encontró con el frío y la nieve que dominaban la región, y lo atacaron junto con el hielo y el viento. Elal pudo defenderse chocando dos piedras entre sí, provocando el fuego, su primer invento. Luego de esta exitosa creación, Elal desarrolló el arco y la flecha que le fueron útiles para cazar, ahuyentar al mar y agrandar a la tierra. Después creó las estaciones, amansó a las fieras y ordenó la vida para dársela a los hombres y mujeres tehuelches y enseñarles todo lo que sabía.
Cuando ya tenía creado todo lo que se necesitaba y se había asegurado de que los tehuelches transmitirían las enseñanzas de una generación a otra, subió al lomo del cisne y se dirigió hacia el este. Cada vez que el cisne se cansaba, Elal tiraba una flecha y surgía una isla en el agua. Se dice que en una de aquellas islas, en la que ningún hombre puede llegar, vive Elal.
Un día, Elal organizó una reunión de animales para determinarla duración del invierno. Luego de oír otras opiniones, el ñandú y la mara comenzaron a discutir. El ñandú pensaba que el invierno debía tener una extensión de doce lunas mientras que la mara sostenía que debía ser de tres lunas y evitar la emigración al norte en busca de calor, que proponía el ave.
La mara no quería morir de frío ni de hambre y por eso insistió, y después de dar un golpe con su pata en la tierra se dirigió a su cueva. El ñandú corrió detrás de ella, pero sólo alcanzó a pisarle la cola. Elal le dio la razón a la mara, y, desde ese momento, el invierno dura tres lunas."
Cuando ya tenía creado todo lo que se necesitaba y se había asegurado de que los tehuelches transmitirían las enseñanzas de una generación a otra, subió al lomo del cisne y se dirigió hacia el este. Cada vez que el cisne se cansaba, Elal tiraba una flecha y surgía una isla en el agua. Se dice que en una de aquellas islas, en la que ningún hombre puede llegar, vive Elal.
Un día, Elal organizó una reunión de animales para determinarla duración del invierno. Luego de oír otras opiniones, el ñandú y la mara comenzaron a discutir. El ñandú pensaba que el invierno debía tener una extensión de doce lunas mientras que la mara sostenía que debía ser de tres lunas y evitar la emigración al norte en busca de calor, que proponía el ave.
La mara no quería morir de frío ni de hambre y por eso insistió, y después de dar un golpe con su pata en la tierra se dirigió a su cueva. El ñandú corrió detrás de ella, pero sólo alcanzó a pisarle la cola. Elal le dio la razón a la mara, y, desde ese momento, el invierno dura tres lunas."
El mito griego cuenta que Hades, el dios del reino de los muertos, estaba siempre muy ocupado con su trabajo de impedir que criminales, furias, gigantes y otras criaturas horribles escaparan del submundo y no tenía tiempo para buscar una esposa. Ninguna criatura quería acompañarlo a vivir en tan terrible lugar sin contar que Hades era rengo. Recurrió al rapto para tener una esposa. Se enamoró de Perséfone y la raptó. La madre de ésta, Deméter, diosa de la agricultura, ante la desaparición de su hija, buscó por toda la tierra, abandonado sus funciones y el frío acabó con lo que los hombres habían sembrado generando el hambre y la desolación. Ante el clamor de aquellos, Zeus tuvo que intervenir, porque la tristeza de Deméter estaba siendo perjudicial. Se hizo un trato con Hades: Perséfone regresaría con su madre en la primavera (por eso todo renace), pero debería permanecer seis meses al año con su esposo. Cuando Perséfone regresa al interior de la tierra cada año, su madre llora su partida y se producen las lluvias del invierno, la Naturaleza se enfría y la vegetación se marchita. Y nosotros sacamos gorras, guantes y bufandas.
1 comentario:
Hola Abuela,
Me gusto la História,te felicito por compartir con todos.
En la naturaleza solo el ser humano no respecta el equinoccio y el solsticio como lo hacen los animales y las plantas, nosotros como seres de la naturaleza no respectamos nada, talvez sea el motivo de tantos problemas de salud, el hombre se olvida que es naturaleza tambien.
Besitos desde Brasil,
Carla
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