En este universo de la lectura tenemos de un lado los que escriben, y del otro, los que leen, que no están enfrentados sino complementados porque si bien no todo lector es un escritor deducimos que todo escritor ha sido y es un lector. Al decir de Elena Pesce “a todos los que escribimos nos pasa lo mismo: uno empieza en la escuela con el gusto por la escritura. Como me encantaba leer y no podía comprar continuamente los libros que me gustaba, los inventaba”[1]
Esta misma idea la comparte la uruguaya Magdalena Helguera cuando dice “a veces no encontraba el cuento que quería y entonces, si lo necesitaba con urgencia… ¿qué más remedio? Lo inventaba.”[2]
No es fácil, para los que no somos escritores entender cómo se produce ese entramado de palabras que llegan hasta nosotros y nos fascinan. Seguramente, lo que sí entendemos es que es un encuentro de talento innato y mucha disciplina. En el año 1999, la Revista ABACO, solicitó a 26 escritores que respondieran a la pregunta ¿Porqué escribo?
Es curioso que algunas respuestas coinciden: Mempo Giardinelli, explica que el escribir sirve para huir de la muerte, y Stefania Mosca, venezolana, sostiene “¿por qué escribo? Por afán de eternidad”[3]. El cubano Hugo Luis Sanchez, dice“Soy un lector, escribo para leer. Si encontrara a alguien –de seguro debe existir-que me contara la historia que yo quiero leer y respondiera de paso a las preguntas que me hago, no hubiera escrito ni una línea.”[4] Y para no hacer larga esta lista cierro con la respuesta de la chilena Marcela Serrano “Escribo antes que nada para robarle a la vida otras vidas”[5]
Entre el crear de quien escribe y el recrear de quien lee hay un universo que espera ser descubierto y que encierra secretos, que sólo serán develados a quien se atreva escudriñar el corazón de las palabras.
Roy Berocay dice “ los escritores no vamos a arreglar el mundo, es cierto. Ningún libro va solucionar la vida de un niño. Pero un niño que comienza a leer, y comienza a darse cuenta de que leer es algo bueno, sin duda tendrá más posibilidades que uno que no lo hace”[6]
Los que ya tenemos el hábito, el vicio y la necesidad constante de la lectura lo hacemos por distintos motivos, que casi nunca sabemos explicar, por placer, para imaginar, para informarnos, para soñar, para encontrar las distintas palabras que tienen que ver con la vida misma, para dialogar con otros mundos o con nuestras memorias como dijo Quevedo: “escucho con mis ojos a los muertos”
Seguramente, el niño que comienza a leer habrá escuchado antes palabras de la boca de sus padres, tíos, abuelos, que despertaron su imaginación y cuando comienza a descifrar la escritura se da cuenta que él puede, ahora, por sus propios medios buscar, explorar, encontrar aquellas lecturas que le permiten conocer otros mundos, pero que en definitiva de alguna manera estarán relacionados con el suyo, como bien dice Luis Milanesi “si se acciona la fantasía es necesario que no se mantenga reprimida. Después de una lectura o de haber escuchado un cuento de hadas, la arcilla será más atractiva. El niño modelará su propia fantasía, abriendo espacio para recibir otras”[7]
Es evidente, que las primeras lecturas se hacen por placer, por el más puro placer, porque somos seres sensuales. El bebé aprende a mamar por placer y todas sus primeras experiencias tienen que ver con el placer, el calor de mamá, la voz de mamá, las caricias, el baño, etc., entonces el gusto por la lectura no está ajeno a ese placer. Vendrán después momentos para que la razón seleccione, cuestione, acepte o rechace determinado autor, género, ilustración, pero antes tiene que haber sido ganado por el placer y haberse hecho lector porque sin duda no nació lector. La lectura no apartará de la vida del niño, el juego con los amigos, la tarde en la plaza, el juego electrónico, la televisión. Son maneras distintas de disfrutar y formarse.
Enric Cassany defiende varias razones por las cuales considera la importancia de la lectura, entre ellas:
· sirve para confrontar la experiencia del individuo con la de los demás.
· facilita la adquisición de más experiencia para más libertad.
· facilita compartir la memoria colectiva lo que le confiere al individuo una identidad.
· facilita el diálogo con el texto.
· permite la adquisición de la lengua que es el instrumento más poderoso para dominar el mundo
En resumen, podemos decir que la lectura le sirve al niño para entender que el mundo no termina en el límite de su realidad sino que hay otros mundos posibles que podrán ser descubiertos y conquistados tomando decisiones en libertad porque cuantos mas caminos conozco, más opciones tengo para elegir y si tengo las herramientas proporcionadas por las palabras tendré la opción de construir mi propio camino. Como dice Ana Barrios “cada cuento es una puerta que se abre, un camino a lo desconocido de uno mismo y por ende hacia el todo”[8]
[1] Pesce, Elena (1999). Ocho miradas uruguayas a la Literatura infantil. ¿Te Cuento? N°1, p.14-19
[2] Helguera, Magdalena (1999). Literatura Infantil: ¿cenicienta de la educación? ¿Te Cuento? N°1, p.8-11
[3] Mosca, Stefania (1999). ¿Por qué escribo? ABACO, N°20, p.44-47
[4] Sánchez, Hugo Luis (1999) . ¿Por qué escribo? ABACO, N°20, p.62-63
[5] Serrano, Marcela (1999) . ¿Por qué escribo? ABACO, N°20, p.70-71
[6] Berocay, Roy (1999). Otra Navidad en las trincheras. ¿Te Cuento? N°1, p.12-13.
[7] Milanesi, Luis (1986) Ordenar para desordenar.
[8] Barrios, Ana (1995)Francisca y el corazón de las ideas.
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