Recuerdo una página de Juana de Ibarbourou en la que dice de sus sentimientos al meterse en su cama, calentita. Su pensamiento vuela hacia los sin techo, los desabrigados, y -explica- una oración silenciosa se eleva por ellos. Creo que es lo que nos pasa a muchísimos cuando pensamos en nuestros hermanos de Haití y Chile, el corazón se aprieta, pensamos en los conocidos y en los desconocidos, en los muertos y en los vivos que sufren sus pérdidas materiales y espirituales. Todas duelen. Desde este rinconcito, si de algo sirve, mi abrazo, hermanos.
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