jueves, 5 de junio de 2008


Príncipe y caballo
El pozo de los deseos


El gato con botas


La bella durmiente
Rapunzel en su torre
La casita de chocolate espera a Hansel y Gretel


La bruja y su caldero

El bosque encantado de Débora


Blancanieves o "Copo de nieve" en su caja de cristal


Frodo y su amigo canino


El benteveo




Visitan mi patio en verano para comerse las uvas y en otoño por las naranjas. Sorprendí a este que ven acá. Y le agregué el poema de Burghi porque se lo merece.
Benteveo, Benteveo
como delirante grita
mientras las alas agita
con un gozoso aleteo.
Más luego cuando se posa
ni te veo, ni te vi:
su canto es sólo una iiiiiiiii...
que se alarga quejumbroso.
Vincha blanca y fina gola
color azufre el chaleco
y chaquetón verde seco
que se aviva hacia la cola.
Vuela bajito, pausado
y ondula con ritmo lento
y al suelo mira de lado
para buscar alimento.
Que a todo va su apetito:
larvas, insectos, gusanos,
trocitos de carne, granos,
frutas y algún pececito.
Juan Burghi

para abrigarte mejor



En el programa Artebrasil, Claudia María enseña a hacer unas bufandas hermosas, fáciles y muy bien explicado el paso a paso. Si te perdés algo lo encontrás en http://programaarte brasil.com.br.Yo hice unas bufandas más cortitas porque me gusta abrigar la zona del cuello y en el caso de la bufanda caracol, tejí de los dos lados de la cadena. En la bufanda con vuelo, hice menos varetas( tres), separadas por dos cadenas.De todas maneras, gracias a Claudia María .

martes, 3 de junio de 2008

Otra vez Caperucita

Los personajes del cuento, Caperucita, el Lobo feroz,el cazador, la mamá y la abuelita caben en una mano
La Caperucita hecha por Débora para su bosque encantado, acompañada por el lobo

Pájaros




Una hoguera...
La cartera de otoño...
Las hojas de otoño
Las naranjas
Los pájaros con los que comparto las naranjas

Las cosas lindas del otoño

Mis rosas

El zapato de cenicienta


Lo que Débora encontró en la bolsa cuentera

el gato...

La bolsa cuentera


Débora y el cocodrilo

Para Lupe, "abuela, inventá un cuento", para Mateo "haceme un cuento de boca,abuela" ahí va:


Débora es una cuentera que anda por ahí contándole cuentos a niños y a no tan niños. Le gustan los títeres y los bichos de trapo que usa para ayudarse en sus historias. Por suerte, Débora tiene una mamá genial, inteligente, creativa, habilidosa con las manos, que le hace los títeres y bichitos, además de otras mil cosas. Pero ese día, Débora estaba apurada y no tenía tiempo de pedirle a la mamá un pato para su cuento del patito feo que quería contar a la mañana siguiente en una escuela. Así que decidió hacerlo ella misma. Consiguió un retazo de tela amarilla peludita, ¿han visto un patito en sus primeros días de vida? Tienen un plumón suave, muy suave.
Con retazo, tijera, hilo, aguja y una pelotita blanca de telgopor cortada al medio para hacerle los ojos, se puso a trabajar mientras cantaba “Todos los patitos se fueron a bañar…” Cuando terminó, Débora tenía un bicho amarillo que en nada se parecía a un pato. En lugar de pico tenía una especie de hocico largo como de cocodrilo. Bastante desilusionada pensó si existiría el cuento del cocodrilito feo pero como no es de ahogarse en un vaso de agua y salió a la mamá (genial, inteligente, creativa) buscó en su bolsa cuentera y como encontró un gato, un zapato y un chancho decidió que el Gato con botas, o la Cenicienta, o los tres chanchitos serían buenos cuentos. Como ya era tarde resolvió acostarse mientras imaginaba qué utilidad podría darle al extraño títere y sonriendo le susurró “si existieran las hadas como en los cuentos que hago, seguramente podrías transformarte en un pato de verdad” Al mirarlo y tocarlo , se dijo que le vendría muy bien para calentar un pie, así que se lo enfundó en su pie izquierdo (Débora es zurda, por eso su pie izquierdo es su pie preferido) Mientras apagaba la luz pensó: “ Mañana haré otro bicho para el otro pizzzzzzzzzzzz”
Despertó a la mañana siguiente sintiendo delicadas mordidas de dientes afilados en su dedo gordo del pie derecho “Que gato travieso” y se sentó de golpe porque ella no tenía gato. Levantó frazadas y sábana y allí estaba: un cocodrilo amarillo y peludito, que no medía más de cuarenta centímetros, de ojos blancos y saltones con un puntito negro en el medio. Su boca parecía que sonreía y mostraba minúsculos dientes. Apenas la vio, el cocodrilo se hizo un ovillo. Era una imagen tan tierna que Débora le acarició la cabeza y le hizo cosquillas. El cocodrilo giró para ofrecer mejor su panza a las cosquillas mientras emitía una especie de ronroneo bajito: cuacuacuacuá.