viernes, 13 de diciembre de 2013

Canino



Historia de un canino

Hace como 50 años que debió asomar, pero no. Yo dije en casa: “No salió”. Nada. A medida que pasaron los años cada vez que un odontólogo veía el hueco que parecía un portal a otra dimensión, preguntaba:
-¿Qué pasó?
Y yo: -No salió.
Como Casandra, nadie me creyó. Pasaron los años y el portal se cerró.
Hace una semana al hacerme una placa apareció, así, de casualidad. Haciendo una larga siesta, en mi paladar. Pobre canino! Que frustración habrá tenido al ver que todos las piezas asomaban y él no. Escondido durante años, sin morder, sin desgarrar. Se habrá resignado a la oscuridad. Cuando vio la luz habrá pensado ¡Al fin! Pero no era al fin, era el fin. Unos minutos  de dicha y asombro mientras el cirujano resolvía cómo sacarlo y luego la muerte. Como un pequeño puñal blanco, hermoso y nuevo  con su única raíz,  lo contemplé en mi mano antes de devolverlo al cirujano.
Ahora estoy recuperándome. Sacrificándome con una dieta de helados.

1 comentario:

Chary Serrano dijo...

Ay!! pobre... Cuídate mucho.
Besos