Historia de un canino
Hace como 50 años que debió
asomar, pero no. Yo dije en casa: “No salió”. Nada. A medida que pasaron los
años cada vez que un odontólogo veía el hueco que parecía un portal a otra
dimensión, preguntaba:
-¿Qué pasó?
Y yo: -No salió.
Como Casandra, nadie me
creyó. Pasaron los años y el portal se cerró.
Hace una semana al hacerme
una placa apareció, así, de casualidad. Haciendo una larga siesta, en mi
paladar. Pobre canino! Que frustración habrá tenido al ver que todos las piezas
asomaban y él no. Escondido durante años, sin morder, sin desgarrar. Se habrá
resignado a la oscuridad. Cuando vio la luz habrá pensado ¡Al fin! Pero no era
al fin, era el fin. Unos minutos de dicha
y asombro mientras el cirujano resolvía cómo sacarlo y luego la muerte. Como un
pequeño puñal blanco, hermoso y nuevo con
su única raíz, lo contemplé en mi mano
antes de devolverlo al cirujano.
Ahora estoy recuperándome. Sacrificándome
con una dieta de helados.
1 comentario:
Ay!! pobre... Cuídate mucho.
Besos
Publicar un comentario