viernes, 29 de abril de 2011

Hacia el sur






Al estilo socks dolls hice estas brujitas.









Estas ya están montadas en sus escobas. Vuelan hacia el sur esta noche.







jueves, 28 de abril de 2011

De gatos

Regresamos al principio. Aquí está el libro. Para amantes de gatos. Son ocho relatos para disfrutar. La autora es Olga Monkman. Ilustrado por Feliciano G. Zecchin. Colección Pan Flauta.

Lindos los relatos. Lindas las ilustraciones. Y hasta el nombre de la colección es lindo!!

Hoy vamos de gatos

El gato Félix. Lo conocí de niña en las revistas"de historietas"
Imagen tomada de http://gatoweblog.blogspot.com/




Adora la buena vida y la lasaña. Es Garfield.
Imagen tomada de http://elblogdegatos.com




Crookshanks, el gato de Hermione Granger, la amiga de Harry Potter.







La primera intención era presentarles el libro de Olga Monkman pero una cosa trajo la otra. No resistí hacer esta galería de gatos que no está completa, ni pensar. Con ayuda de otros gatófilos (la palabra no existe en el diccionario, no lo puedo creer) reuní estas fotos.

En mi búsqueda me enteré que su primera domesticación se atribuye a los egipcios o asirios a partir del gato salvaje africano, el Felis silvestris lybice. Que es uno de los doce animales del zodíaco vietnamita y que además de San Francisco de Asís considerado el protector de los animales se le atribuye a otros dos su protección: San Antonio Abad y San Martín de Porres.

Asociado a la brujería fue perseguido y exterminado de Europa lo que trajo como consecuencia la propagación de la peste bubónica transmitida por las ratas. Se dice que fue Napoleón quien introdujo los gatos otra vez para terminar con la propagación de esos roedores.



Snowball de la película Stuart Little
Imagen tomada de: http://www.elhogarnatural.com/



Quién no conoce a Silvestre?
Imagen tomada de http://jasonmonterroso.blogspot.com/







Don Gato y su pandilla: Benito, Demóstenes y otros que no recuerdo, siempre perseguidos por Matute.

Imagen tomada de http://gatoweblog.blogspot.com/






Cheshire, el gato creación de Lewis Carroll, que aparece en aquí en versión cinematográfica.

El Gato con botas es un personaje muy conocido. Acompañante del "Marquez de Caravás" y responsable por las cosas buenas que le suceden a éste. Esta es la versión que aparece en Shrek.

Imagen tomada de http://www.taringa.net/








Lo recuerdan? Lo vimos en Alien, el octavo pasajero. Era el gato de Ellen Ripley y agregó bastante suspenso a la película. La primera vez que la vimos, recuerdo a mi cuñada insistir "Está en el gato, está en el gato". Pero no.





























































lunes, 25 de abril de 2011

Más Tildas

Otros conejos Tilda para acompañar al rico chocolate. Porque...¿quién resiste?



Mis conejos encontraron ubicación en las bolsas con huevos de chocolate que hice para parientes y amigos.



Comenzó el frío





Sí, comenzó el frío. Empezamos a protegernos con piezas livianas. Aquí va una idea. Son bufandas o chalinas, no importa el nombre. Basta una tira de modal u otra tela que no deshile. Cortamos los flecos y está pronta para usar.



Bizcochos de queso de la Hna. Bernarda

La semana pasada la Hna. Bernarda estuvo en Cocineros argentinos e hizo estos bizcochos de queso. Fáciles y deliciosos.

Ingredientes

2 tazas de harina
Media taza de queso rallado
150gr de manteca fría
3 ctas de polvo de hornear
Una pizca de sal
2 huevos
Cantidad necesaria de leche

Procedimiento


Mezclar todo con las manos hasta arenarlo. (Yo corté con la manteca en pedacitos para facilitar la tarea) Se agregan los huevos semi batidos y luego la leche de a poco con cuidado para no agregar demás. Se mezcla sin amasar, es sólo para unir. Se hace un cilindro. Se cortan discos y luego con las manos los moldeamos en bolitas. Se aplastan haciendo un hueco en el medio, con el dedo. Se pasan por clara batida y luego por queso rallado. En el agujerito del medio se puede colocar aceituna, jamón, panceta. A gusto.

Aclaración: como me levanté muy temprano y tenía 100gr de manteca escasos, coloqué un chorro de aceite por eso mi masa no necesitó leche. No los pasé por clara sino que los coloqué en la asadera y después de pintarlos con huevo batido les puse el queso rallado por arriba. Hay que probarlos. Quedan deliciosamente crocantes y el sabor a queso...mmmmm


Esto va especialmente para Susana y Chola que, según contaron, toman nota de las recetas que posteo.

Cristo resucitó ¡Feliz Pascua!

Le dijo Jesús:
- Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella creyendo que sería el cuidador del huerto, le contestó:
-Señor, si tú lo has sacado, dime dónde lo pusiste y yo me lo llevaré.
Jesús le dijo: -María.
Entonces ella se dió vuelta y le dijo:
-Rabboní. Que en hebreo significa "maestro mío"(...)
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos:
-He visto al Señor y me ha dicho tales y tales cosas.

Juan, cap 20, ver 15-18

viernes, 22 de abril de 2011

Monstruos





Siempre he tratado de imaginar qué sentiría un extraterrestre al encontrarse con un humano. Y porqué nosotros siempre los imaginamos verdes, con un solo ojo o con forma de insectos gigantes. Seguramente que estamos proyectando aquello a lo que tememos. ¿Acaso nuestras formas parecerían hermosas a los ojos de un habitante de otro planeta? Nuestro punto de vista es el que prevalece para decir "esto es lindo, esto es feo". Estoy tratando de llegar al asunto de este libro. Escrito por Liza Porcelli Piussi e ilustrado por Eugenia Nobati, editado por Color de león ( Bs. As.2010) para su colección Futuros Lectores, habla de puntos de vista.


Pero me ha producido pena: ha llegado tarde a mi vida. Si lo hubiera leído cincuenta años antes nos habríamos evitado yo, el terror que me paralizaba en la noche y me obligaba a taparme hasta la cabeza y él (o ella, o ellos) la soledad y el frío debajo de mi cama.

Sopa de piedra

Cuando vi las ilustraciones de este libro pensé "Este lobo tiene cara de astuto". La historia es una vieja conocida porque la escucché desde mi infancia de boca del abuelo, y muchas otras veces a lo largo del tiempo recreada con distintos personajes como protagonistas.

Hoy me encuentro con un lobo que sobrevive gracias a esta sopa extraordinaria. Pero lo bueno aquí es que esta sopa es capaz de calentar las tripas en una noche de frío invierno y además congrega, da oportunidad para la conversación y por una noche apuñala a la soledad. En realidad este lobo tiene cara de sabio y no sólo cara. Podemos pensar que el lobo ha engañado a los demás animales. Sí, pero a cambio les ha hecho un regalo. Y me atrevo a decir que algo cambiará en ese pueblo para siempre. Un lobo viejo con un pasado seguramente sangriento ha usado su experiencia, sus conocimientos, para sobrevivir. Y un grupo de...¿animales? han aportado cada uno su experiencia para realizar primero y compartir después una sopa de piedra.

Aconsejo detenerse en las ilustraciones, donde también podremos leer mucha cosa.

No sé si la intención de Anais Vaugelade habrá sido transmitir todo esto pero un libro es en la medida de cada lector y yo tengo esta manía de ver y leer entre líneas, entre ilustraciones. Y algunos libros me hablan con la palabra escrita y otros me susurran historias no escritas pero que se han quedado atrapadas entre las páginas.


Anais Vaugelade Una sopa de piedra. 2001. Editorial Corimbo, Barcelona, para su colección Biblioteca del ratoncito Pérez. Título original "Une soupe au caillou"





martes, 19 de abril de 2011

¿Conejos florecidos?









Hice estos conejos para acompañar a los huevos de chocolate que voy a regalar. La idea original la tomé de una revista que encontré en Picasa. No recuerdo el nombre de la revista ni el álbum en que estaba. Pido disculpas y si alguien lo sabe agradezco que me refresque la memoria para dar los debidos créditos.





sábado, 16 de abril de 2011

Conejo Tilda

Un conejo Tilda que no podrá quedar solito, porque los niños son varios, sobretodo los más chiquitos.

jueves, 14 de abril de 2011

Orejotas

El tutorial de estas orejas está en el blog de Maite. Pueden pasar por allí a verlo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Coneja

Y ahora una coneja. La falda está hecha con botella pet.

Conejos

Rápidos y bastante fáciles de hacer después que aprendes. Son conejos hechos con papel plegado. El antiguo arte del origami que en occidente se llama papiroflexia.

martes, 12 de abril de 2011

Tortilla improvisada



¿Torta vegetariana salada? ¿Tortilla al horno? También se podría llamar Lo que tienes en la heladera. Veamos los ingredientes:


Media taza de arroz hervido


Un atadito de espinacas apenas marchito en el micro sin agregado de agua. Es suficiente la que queda al lavarlo. Igual hay que escurrirlo un poco antes de picarlo.


Tres puerros picados en juliana, incluyendo cabezas y hojas verdes.


Cebolla de verdeo (creo que tenía tres)


Algo de perejil


Medio morrón picado


1oogr de queso sandwichero


3 cdas de parmesano rallado


3 cdas con copo de puré instantáneo


Un tomate cortadito


Un zapallito de tronco al que le raspamos la piel verde y luego rallamos. Si las semillas son tiernas va con todo.


Una cda de avena laminada.


Cuatro huevos batidos


Una cucharada al ras de polvo de hornear.


Sal y condimentos a gusto.


Colocar en tortera de fondo desmontable untada con aceite y espolvoreada con pan rellado.


Espolvorear con parmesano rallado. Unos 25-30 minutos de horno.

Gatos en reposo

En el sofá con Fiona y abrazaditos no tiene comparación.

Jaén cree que la biblioteca es el mejor lugar.




Orión piensa que reposar en el canastito de los palillos está muy bien.

Mil grullas

Con motivo del post Mil grullas por Japón, mi amiga Rosa Paseggi me envió este cuento extraordinario. Como creo que sobran los comentarios lo dejo aquí, como al descuido, para que Uds lo lean.


Mil Grullas / Isabel Bornemann


Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos. Porque ellos eran nuevos en el mundo. Tambíen, como todos los chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra.

Naomi y Toshiro no entendían muy bien qué era lo que estaba pasando. Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes. Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo. ¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro! Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos. Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio... Pero Naomi sabía que quería a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración de batatas que había traído de su casa.

-No tengo hambre –le mentía Toshiro, cuando veía que la niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía.

-Te dejo mi vianda –y se iba a corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de devorar la ración. Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tan lejos aún... El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció las vacaciones escolares.

Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable. A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases. Acabó junio, y Toshiro arrancó contento la hoja del almanaque... Se fue julio, y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque...

Y aunque no lo supieran: ¡Por fin llegó agosto! –pensaron los dos al mismo tiempo.

Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto a sus padres, hacia la aldea de Miyashima (1). Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que veían apilarse vasijas en todos los rincones de su local. Ya no vendían nada. No obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otras épocas,

-Para cuando termine la guerra... –decía el abuelo–. Todo acaba algún día... –comentaba la abuela por lo bajo.

Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi. ¿Y Naomi? El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo. Abandonó el tatami (2), se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro. El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus (3):

Lento se apaga

El verano

Enciendo

Lámpara y sonrisas.


Pronto

Florecerán los crisantemos.

Espera,

Corazón.


Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.

El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar! Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese. La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la cmisa de su papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara nunca... Y los dos deseos se cumplieron.

Pero el mundo tenía sus propios planes...


Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.

Naomi se ajusta el obi (4) de su kimono (5) y recuerda a su amigo:

-¿Qué estará haciendo ahora?

“Ahora”, Toshiro Pesca en la isla mientras se pregunta:

-¿Qué estará haciendo Naomi? En el mismo momento ,un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima. En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima. Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad. En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez. Dos viejos trenzan bambúes por última vez. Una docena de chicos canturrea: “Donguri-Koro Koro- Donguri Ko...” (6) por última vez. Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez. Miles de hombres piensan en mañana por última vez. Naomi sale para hacer unos mandados. Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río. Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles,animales, puentes y el pasado de Hiroshima. Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa , ni retomar ningún camino querido. Nadie será ya quien era. Hiroshima arrasada por un hongo atómico. Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.


Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios! Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima. Como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horros, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre. Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana. El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.

Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura. Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.

-Voy a morirme, Toshiro... –susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama.

–Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...


Mil grullas...o “Semba-Tsuru” (7), como se dice en japonés. Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita, Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.

-Te vas a curar, Naomi –le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.

El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas. Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el por qué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que ,hasta ese día, había habido allí. Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.

En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas. Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho. La tijera la llevaba oculta entre sus ropas. Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar los mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho.

Ya amanecía, El muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra. Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki (8) y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos. No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.

-Prohibidas las visitas a esta hora- le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.

Toshiro insistió:

-Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...

Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasililidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara:

-Pero cinco minutos, ¿eh?

Naomi dormía. Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió. Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres. Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.

-Son hermosas, Tosí-can...(9) Gracias...

-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas –y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.

En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, el entreabrir por unos instantes la ventana. Los ojos de Naomi seguían sonriendo. La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intermperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?

Febrero de 1976. Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres. Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atrve a preguntarle por qué,entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar. Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de las máquina de calcular. Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes... Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa

-Algún día completará las mil... –cuchicheaban entre risas– ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?

Ninguno sospechaba, siquiera , la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.

GLOSARIO 1) Miyashima: pequeña isla situada en las proximidades de la ciudad de Hiroshima 2) Tatami: estera que se coloca sobre pisos, en las casas japonesas tradicionales

3) Haiku: breve poema de diecisiete sílabas, típico de la poesía japonesa.

4) Obi: faja que acompaña al kimono.

5) Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplías mangas, largas hasta los pies y que se cruza por delante, sujetándose con una especie de faja llamada obi.

6) Donguri-Koro Koro- Donguri Ko: verso de una popular canción infantil japonesa.

7) Semba-Tsuru: Mil grullas. Una creencia popular japonesa, asegura que haciendo mil de esas aves –según enseña a realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)– se logra alcanzar la larga vida y felicidad.

8) Furoshiki: tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas después de colocar el contenido.

9) Tosí-can: diminutivo de Toshiro.

jueves, 7 de abril de 2011

Para compartir

Encontré este blog que quiero compartir. ¡Cuántas veces necesitamos un molde y no sabemos dónde encontrarlo! Este lugar puede ofrecer alguna solución:

http://moldesparatodo.blogspot.com

miércoles, 6 de abril de 2011

Reciclar es la consigna


Tirar o no tirar. Me opongo a producir basura si se puede reciclar. Renovar este sofá fue un desafío. Toda una tarde mirándolo, calculando medidas, trazando moldes. Zambullirnos después en la mesa de ofertas de retazos hasta encontrar los adecuados. A continuación ponerme a armar el rompecabezas así de paso estrenaba la máquina de coser que se compararon "las niñas".

-Así no tenés que cargar con tu máquina, mami.

Llevo años viajando con la máquina de coser. Ahora no hará falta. Esas son hijas!! Generosas y desinteresadas. Siempre pensando en mamá.

Dos días de trabajo pero valió la pena. Allá lo dejé, oliendo a nuevo y con colores más luminosos.

Antes. Con las huellas del mucho servicio prestado.

Caperucita

Siempre que visito a la familia encuentro cosas hechas por mí. Esta pequeña Caperucita fue realizada hace mucho tiempo. La idea la encontré en la net, pero no recuerdo el sitio. Los moldes los hice yo hasta lograr algo parecido a lo que vi.

Fiona

Fiona es huésped por un par de semanas en casa. Adaptándose a los dueños de casa, Jaén y Orión.