Una gran historia en pocas palabras
El soporte y los materiales fueron
cambiando a través de tiempo y lugares. Arcilla, hojas de papiro, cuero de
animales. Hueso, marfil, cuerdas con nudos, piedras, papel, materiales
plásticos. Sin olvidar la “escritura” a través de dibujos en las cuevas, en las
señales de humo, en el sonido de los tambores, en los silbidos de los pastores
en las montañas canarias.
La escritura nació, como casi todo en la historia de la humanidad, por la necesidad.
En una región de gran fertilidad, donde los cereales como el trigo y la cebada se daban en forma casi espontánea, el nombre se hizo sedentario para poder sembrar, cuidar lo sembrado, cosechar, guardar. Esto sucedió hace unos diez mil años en la llamada "Medialuna de las tierras fértiles"
El hombre tuvo que asentarse, lo que le
creó otra necesidades: se hizo necesaria la distribución del trabajo, fuerzas
militares para evitar la amenaza de otros pueblos, oficios artesanales para la
creación de objetos diversos (recipientes para guardar el grano, herramientas
para el laboreo de la tierra…) Lo complejo de todas estas operaciones hizo que
la memoria no fuera suficiente teniendo en cuenta además que el excedente en
las cosechas posibilitó el comercio. La necesidad de llevar un registro y de
organizar todas esos grupos humanos seguramente fue lo que dio paso a la
escritura. Ahora bien, esto que se dice en tan pocas líneas fue proceso de
mucho tiempo y seguramente nada fácil.
Fuente consultada:
ESCOLAR SOBRINO, Hipólito. Historia
social del libro.Madrid,Asociación Nacional de Bibliotecarios, Archiveros y Arqueólogos
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