Hoy les dejo otra vez a Caperucita Roja, pero en la versión de los hermanos Grimm. Es bueno leer las dos para compararlas. La ilustración que acompaña es una muñeca hecha por mi amiga Nancy, de Florida.
Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél
que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le
hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un
color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así
que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo:
-Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y
una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta
enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente
el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la
ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu
abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días”,
ah, y no andes curioseando por todo el aposento.”
-No te preocupes, haré bien todo”, -dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente
-No te preocupes, haré bien todo”, -dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente
La
abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado
Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró
con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún
daño, y no tuvo ningún temor hacia él.
-Buenos
días, Caperucita Roja, -dijo el lobo.
-Buenos días, amable lobo.
- ¿Adonde
vas tan temprano, Caperucita Roja?
- A casa
de mi abuelita.
- ¿Y qué llevas en esa canasta?
- Pastel
y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener
algo bueno para fortalecerse.
- ¿Y
adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?
- Como a
medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes
robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto,contestó
inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo:
-“¡Qué
criatura tan tierna! qué buen bocadito, y será más sabroso que esa viejita. Así
que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.”
Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño
tramo del camino y luego le dijo: -Mira Caperucita Roja, que lindas flores se
ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te
has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en
el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está
lleno de maravillas.
Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta. -¿Quién es? -preguntó la abuelita.
Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta. -¿Quién es? -preguntó la abuelita.
-Caperucita Roja, -contestó el lobo.
-Traigo
pastel y vino. Ábreme, por favor.
- Mueve
la cerradura y abre tú, -gritó la abuelita, -estoy muy débil y no me puedo
levantar.
El lobo
movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue
directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó. Y enseguida se
puso ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y cerró las cortinas.
Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.”
Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.”
Entonces
gritó: -¡Buenos días!, pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y
abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole
toda la cara, y con una apariencia muy extraña.
-¡!Oh, abuelita! -dijo, -qué orejas tan grandes
que tienes.”
- Es
para oírte mejor, mi niña, -fue la respuesta.
- Pero abuelita, qué ojos tan grandes que
tienes.
- Son para verte mejor, querida.
- Pero
abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.
- Para abrazarte mejor.
-Y qué
boca tan grande que tienes.
- Para
comerte mejor! Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto
salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.
Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, “¡Cómo ronca esa viejita! “Voy a ver si necesita alguna ayuda.”
Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, “¡Cómo ronca esa viejita! “Voy a ver si necesita alguna ayuda.”
Entonces
ingresó al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí.
¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador! -dijo
él.¡Hacía tiempo que te buscaba! Y ya se disponía a disparar su arma contra él,
cuando pensó que el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría
ser salvada, por lo que decidió no disparar. En su lugar tomó unas tijeras y
empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos
cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeña
Caperucita Roja salió rapidísimo, gritando:
-¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está
ahí dentro del lobo!. Y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que
casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con
las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quiso correr e
irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y
cayó muerto.
Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”
Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”
También se dice que otra vez que Caperucita Roja llevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habló, y trató de hacer que se saliera del sendero. Sin embargo Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y siguió directo en su camino. Al llegar, le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo y que la había saludado con:
-Buenos
días”, pero con una mirada tan sospechosa, que si no hubiera sido porque ella
estaba en la vía pública, de seguro que se la hubiera tragado. –Bueno, -dijo la
abuelita, -cerraremos bien la puerta, de modo que no pueda ingresar.
Luego, al cabo de un rato, llegó el lobo y tocó
a la puerta y gritó:
-¡Abre
abuelita que soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!
Pero
ellas callaron y no abrieron la puerta, así que aquel hocicón se puso a dar
vueltas alrededor de la casa y de último saltó sobre el techo y se sentó a
esperar que Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces
saltar sobre ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conocía muy
bien sus malas intenciones. Al frente de la casa había una gran olla, así que
le dijo a la niña:
-Mira Caperucita Roja, ayer hice algunas ricas
salsas, por lo que trae con agua la cubeta en las que las cociné, a la olla que
está afuera.
Y
llenaron la gran olla a su máximo, agregando deliciosos condimentos. Y
empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo, y empezó a
aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y caminó hasta llegar a la
orilla del techo y estiró tanto su cabeza que resbaló y cayó de bruces
exactamente al centro de la olla hirviente, ahogándose y cocinándose
inmediatamente. Y Caperucita Roja retornó segura a su casa y en adelante
siempre se cuidó de no caer en las trampas de los que buscan hacer daño.Y no pude resistir la tentación de agregar este poema de Gabriela Mistral que aprendí cuando niña, hace un tiempito.
Caperucita Roja
Caperucita ha entrado,
olorosa de bayas.
Le tiemblan en las manos gajos de salvia en flor.
“Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho”.
Caperucita cede al reclamo de amor.
Le tiemblan en las manos gajos de salvia en flor.
“Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho”.
Caperucita cede al reclamo de amor.
De entre la cofia salen las orejas monstruosas.
“¿Por qué tan largas?”, dice la niña con candor.
Y el velludo engañoso, abrazando a la niña:
“¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor”.
“¿Por qué tan largas?”, dice la niña con candor.
Y el velludo engañoso, abrazando a la niña:
“¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor”.
El cuerpecito tierno le dilata los ojos.
El terror en la niña los dilata también.
“Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes ojos?”
“Corazoncito mío, para mirarte bien…”
El terror en la niña los dilata también.
“Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes ojos?”
“Corazoncito mío, para mirarte bien…”
Y el viejo Lobo ríe, y entre la boca negra
tienen los dientes blancos un terrible fulgor.
“Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes dientes?”
“Corazoncito, para devorarte mejor…”
tienen los dientes blancos un terrible fulgor.
“Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes dientes?”
“Corazoncito, para devorarte mejor…”
Ha arrollado la bestia, bajo sus pelos ásperos
el cuerpecito trémulo, suave como un vellón,
y ha molido las carnes y ha molido los huesos
y ha exprimido como una cereza el corazón.
el cuerpecito trémulo, suave como un vellón,
y ha molido las carnes y ha molido los huesos
y ha exprimido como una cereza el corazón.
Y este otro del español Francisco Villaespesa:
Caperucita
Caperucita,
la más pequeña
De mis amigas, ¿en dónde estás?
-Al viejo bosque se fue por leña,
Por leña seca para amasar.
-Caperucita, di, ¿no ha venido?
¿Cómo tan tarde no regresó?
-Tras ella todos al bosque han ido,
Pero ninguno se la encontró.
-Decidme, niño, ¿qué es lo que pasa?
¿Qué mala nueva llegó a tu casa?,
¿Por qué esos llantos?, ¿por qué esos gritos?
¿Caperucita no regresó?
-Sólo trajeron sus zapatitos,
¡Dicen que un lobo se la comió!
De mis amigas, ¿en dónde estás?
-Al viejo bosque se fue por leña,
Por leña seca para amasar.
-Caperucita, di, ¿no ha venido?
¿Cómo tan tarde no regresó?
-Tras ella todos al bosque han ido,
Pero ninguno se la encontró.
-Decidme, niño, ¿qué es lo que pasa?
¿Qué mala nueva llegó a tu casa?,
¿Por qué esos llantos?, ¿por qué esos gritos?
¿Caperucita no regresó?
-Sólo trajeron sus zapatitos,
¡Dicen que un lobo se la comió!
Y ya que estamos cierro con esta versión humorada de la argentina Elsa Bornemann:
Carta a Caperucita Roja:
Niña del cuento, te pido ayuda
no me abandones en esta duda
¿Andabas tan encaperuzada,
que, a causa de eso, no veías nada?
Como es posible Caperucita
que confundieras a tu abuelita,
tal vez tenia cara de loba,
¿era tan rara? (o tu eras boba)
Niña del cuento, te pido ayuda
no me abandones en esta duda
¿Andabas tan encaperuzada,
que, a causa de eso, no veías nada?
Como es posible Caperucita
que confundieras a tu abuelita,
tal vez tenia cara de loba,
¿era tan rara? (o tu eras boba)
Caperucita Roja y el Príncipe Azul se casaron y tuvieron un hijo violeta.
ResponderEliminarSoy fanática de Caperucita Roja, hace unos días me compre una nueva versión en Bs As.
Muy linda la Caperucita de Nancy, yo hace muchoooo que le encargue una a una persona que hace muñecos, pero no me lo hace ...