Recibo todos los días la visita de un gorrión en mi patio. Por aquí también les llamamos chingolos. Así figura en este poema de Leopoldo Lugones que les pongo para acompañar las fotos de mi amigo gorrión.
El chingolo
Cuando el campo está más solo
Cuando el campo está más solo
y la casa, en paz, abierta,
aparece por la puerta,
muy sí señor, el chingolo.
Viene en busca de una miga
o una paja de la escoba,
que, ciertamente, no roba,
porque la gente es su amiga.
Salta, confiado, al umbral
y solicita permiso,
con un gritito conciso,
como pizca de cristal.
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